jueves, 27 de agosto de 2009

Sólo por amor y entrega


"Esta mujer había tenido una infancia terrible, trabajando en una granja desde los siete años entre semibrutos alcohólicos. Su adolescencia fue demasiado breve para que pudiera acordarse. Tras la muerte de su marido trabajó en una fábrica para sacar adelante a sus cuatro hijos; en pleno invierno iba a buscar agua al patio para que toda la familia se lavara. Con más de sesenta años, recién jubilada, accedió a ocuparse otra vez de un niño, el hijo de su hijo. A él tampoco le había faltado de nada, ni ropa, ni buenas comidas los domingos, ni amor. Ella le había dado todo eso. Un examen mínimamente exhaustivo de la humanidad debe tener en cuenta necesariamente este tipo de fenómenos. En la historia siempre han existido seres humanos así. Seres humanos que trabajaron toda su vida, y que trabajaron mucho, sólo por amor y entrega; que dieron literalmente su vida a los demás con un espíritu de amor y de entrega; que sin embargo no lo consideraban un sacrificio; que en realidad no concebían otro modo de vida más que el de dar su vida a los demás con un espíritu de entrega y de amor. En la práctica, estos seres humanos casi siempre han sido mujeres."

Michel Houellebecq (Las partículas elementales)

lunes, 17 de agosto de 2009

viernes, 14 de agosto de 2009

Hay algo que no puedo perdonarte


Me da igual tu tendencia a desnudarte
delante de la gente. No me importa
que confundas deber de con deber,
o que emplees dijistes por dijiste
poniéndote analógica, o que duermas
con pastillas catorce horas al día.
Puedo aguantar la selva de vacío
donde vives, tu frío y tu calor
-siempre desmesurados-, tus histerias,
esa higiene obsesiva que te gastas.
Puedo olvidar que fueses drogadicta
(¿Quién no lo ha sido alguna vez?), tus siestas,
tu narcisismo, tus ovulaciones.
Me tiene sin cuidado que me engañes
con tu perrita de bolsillo. Pero
hay algo que no puedo perdonarte,
y es que te pongas el disfraz odioso
de vulgar manualista de autoayuda
y me aconsejes cosas como: "Haz
lo que te venga bien en cada instante",
"Vive al día", "No pienses para nada
en el pasado ni en el porvenir",
"Sé independiente", "No hipoteques nunca
tus horas libres", "Sácale a tu prójimo
todo el jugo que puedas", "Sé feliz."
No puedo soportarlo, vida mía.
Me horroriza. No puedo soportarlo.

Luis Alberto de Cuenca (Su nombre era el de todas las mujeres)

martes, 11 de agosto de 2009

Este de dioses paganos…


"No le extrañe lo que le digo, admirado maestro; es que soy pastor. No mucho poético, como lo que usted canta, pero sí un poquito poeta. Soy pastor de cabras desde mi niñez. Y estoy contento de serlo, porque habiendo nacido en casa pobre, pudo mi padre darme otro oficio y me dio este de dioses paganos y héroes bíblicos. (…) Mire: odio la pobreza en que he nacido, yo no sé…, por muchas cosas… Particularmente por ser causa del estado inculto en que me hallo, que no me deja expresarme bien ni claro, ni decir las muchas cosas que pienso."

Carta de Miguel Hernández a J.R. Jiménez (Epistolario. Miguel Hernández)

lunes, 10 de agosto de 2009

Tras de un tigre que duerme

"Con estas noticias y un coñac en el café de la esquina, nos hemos instalado en la sala de audiciones para escuchar Amorous y Streptomicyne. Art ha pedido que apagaran las luces y se ha acostado en el suelo para escuchar mejor. Y entonces ha entrado Johnny y nos ha pasado su música por la cara, ha entrado ahí aunque esté en su hotel y metido en la cama, y nos ha barrido con su música durante un cuarto de hora. Comprendo que le enfurezca la idea de que vayan a publicar Amorous, porque cualquiera se da cuenta de las fallas, del soplido perfectamente perceptible que acompaña algunos finales de frase, y sobre todo la salvaje caída final, esa nota sorda y breve que me ha parecido un corazón que se rompe, un cuchillo entrando en un pan (y él hablaba del pan hace unos días). Pero en cambio a Johnny se le escaparía lo que para nosotros es terriblemente hermoso, la ansiedad que busca salida en esa improvisación llena de huidas en todas direcciones, de interrogación, de manoteo desesperado. Johnny no puede comprender (porque lo que para él es fracaso a nosotros nos parece un camino, por lo menos la señal de un camino) que Amorous va a quedar como uno de los momentos más grandes del jazz. El artista que hay en él va a ponerse frenético de rabia cada vez que oiga ese remedo de su deseo, de todo lo que quiso decir mientras luchaba, tambaleándose, escapándosele la saliva de la boca junto con la música, más que nunca solo frente a lo que persigue, a lo que se le huye mientras más lo persigue. Es curioso, ha sido necesario escuchar esto, aunque ya todo convergía a esto, a Amorous, para que yo me diera cuenta de que Johnny no es una víctima, no es un perseguido como lo cree todo el mundo, como yo mismo lo he dado a entender en mi biografía (por cierto que la edición en inglés acaba de aparecer y se vende como la coca-cola). Ahora sé que no es así, que Johnny persigue en vez de ser perseguido, que todo lo que le está ocurriendo en la vida son azares del cazador y no del animal acosado. Nadie puede saber qué es lo que persigue Johnny, pero es así, está ahí, en Amorous, en la marihuana, en sus absurdos discursos sobre tanta cosa, en las recaídas, en el librito de Dylan Thomas, en todo lo pobre diablo que es Johnny y que lo agranda y lo convierte en un absurdo viviente, en un cazador sin brazos y sin piernas, en una liebre que corre tras de un tigre que duerme. Y me veo precisado a decir que en el fondo Amorous me ha dado ganas de vomitar, como si eso pudiera librarme de él, de todo lo que en él corre contra mí y contra todos, esa masa negra informe sin manos y sin pies, ese chimpancé enloquecido que me pasa los dedos por la cara y me sonríe enternecido."